Eres como la carta que perdió el rumbo de su destino y se creó el suyo con su tinta y papel, sin ser abierta por nadie, sin ser leída por los ojos del necio. Sin dueño, sin dirección, inventando su propio camino con sus piedras y baches a fin de encontrar un nuevo destinatario que de verdad supiera abrirla lenta y delicadamente, sin romperla ni doblar una de sus esquinas, sin una lágrima caída que borrase la tinta dejando un feo borrón negro. Y entonces se convirtió en remitente osada que arriesgada transformó su cubierta en avión de papel para poder volar hasta él. Pudo ser el azar, lo que la llevó a tan bonita libertad, pero jamás volvió a echar la vista atrás.
Eres como la carta que perdió el rumbo de su destino y se creó el suyo con su tinta y papel, sin ser abierta por nadie, sin ser leída por los ojos del necio. Sin dueño, sin dirección, inventando su propio camino con sus piedras y baches a fin de encontrar un nuevo destinatario que de verdad supiera abrirla lenta y delicadamente, sin romperla ni doblar una de sus esquinas, sin una lágrima caída que borrase la tinta dejando un feo borrón negro. Y entonces se convirtió en remitente osada que arriesgada transformó su cubierta en avión de papel para poder volar hasta él. Pudo ser el azar, lo que la llevó a tan bonita libertad, pero jamás volvió a echar la vista atrás.
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